Friday, March 22, 2013

La Espada de Nuestra Confesion

Romanos 10:8-11 (NBLH)
8 Pero, ¿qué dice? “Cerca de ti esta la palabra, en tu boca y en tu corazón,” es decir, la palabra de fe que predicamos: 9 que si confiesas con tu boca a Jesús por Señor, y crees en tu corazón que Dios Lo resucitó de entre los muertos, serás salvo. 10 Porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se confiesa para salvación.
11 Pues la Escritura dice: “Todo el que cree en El no será avergonzado.”
Hay muchas razones por que debemos abrir nuestras bocas a confesar la palabra de Dios sobre nuestras vidas, nuestros seres queridos y todo lo que se refiere a nosotros. La primera razón es que esta es la manera de entrar en la familia de Dios cuando confesamos que Jesús es el Señor de nuestras vidas al invitarlo a tomar ese lugar. Dios creo la tierra de esta manera. Por ejemplo, en Génesis 1:3 Él dijo: "¡Hágase la luz," y se hizo la luz, y él continuó hablando de lo que Él quiso ver hasta que se completó la creación. Así la creación fue hecha a través de la palabra hablada. Él no solo pensó sino que también habló lo que quería ver. Estamos hechos a su imagen y semejanza (Génesis 1:26), por lo tanto debemos funcionar imitándolo a El de esta manera. El invitar a Jesús a que sea el Señor y Dios de nuestras vidas con la palabra hablada también nos ayuda a tener entendimiento de la Biblia cuando la leemos. De otra manera entonces sería como un libro cerrado a nuestro entendimiento.
Otra razón importante, por qué debemos confesar (hablar) la palabra de Dios sobre nuestras vidas es que cuando leemos la Biblia y recibimos palabras de rema (palabras que parecen saltar de las páginas y captar nuestra atención como que Dios nos habla directamente a nosotros de nuestras circunstancias, o sus promesas y dirección para nuestras vidas), estas palabras entonces pasan a ser semillas que necesitamos regar con el agua de su palabra que hace que el suelo de nuestros corazones sea arado y germinado y nos convierte en buen suelo (Marcos 4:1-20) que recibe las promesas de Dios con fe.
Esto es otra forma de hacer guerra espiritual por las promesas de Dios para nosotros, porque el enemigo querrá venir a robar, matar y destruir (John10:10) aquellas semillas con circunstancias malas en un esfuerzo incesante para descarrilarnos de las promesas y que nos concentremos en cambio en los ataques. Pero cuando continuamente buscamos, clamamos y llamamos al Señor (Mateo 7:7-8) con oración hasta ver el cumplimiento de esas promesas y confesando estas palabras de promesa con nuestras bocas, le estamos mostrando al enemigo que no nos hemos olvidado de las promesas de Dios.  Eso nos ayuda a colocarnos cada vez más cerca de la manifestación de esas promesas no importa el tiempo que tome. Aquí nuestra perseverancia es muy importante.
La tercera razón es que la Biblia dice que deseemos los dones espirituales especialmente el profetizar (1 Corintios 14:1). Cuando hablamos la palabra de Dios nos damos nosotros mismos a profetizar lo que queremos ver cumplido en nuestro futuro inmediato o lejano. Muchas veces las personas hablan cosas negativas y luego no les gusta ver los  resultados al vivir las palabras que hablaron sobre ellos mismos,  sus hijos, u otras circunstancias (Proverbios 18:21). Eso se convierte entonces en un ciclo incómodo de hablar palabras negativas y de vivir una y otra vez lo que hablaron como un perro persiguiendo su cola. El reino espiritual es la voz y semilla activada — voz cuando hablamos palabras que dan a vida o muerte a nuestras circunstancias y semilla activada porque nuestras acciones también se convierten en semillas que serán cosechadas ya sean buenas o malas (Gálatas 6:7; Génesis 8:22).
Además, hablando la palabra aumenta nuestra creencia en lo que hablamos. El pasaje bíblico de referencia arriba nos dice que con el corazón uno cree para justicia — un ejemplo de esto es nuestro antepasado Abraham. Dios lo llamo un hombre recto y su amigo (Santiago 2:22). Romanos 4:3 dice que Abraham creyó a Dios, y le fue contado a él por justicia. ¿Qué significa esto? Esto significa que cuando creemos a Dios por sus promesas y nos comprometemos a colaborar con El y nos rendimos al proceso escogido por El que nos lleva a la manifestación de esas promesas y confesamos con nuestra boca lo que creemos, somos hechos justos (aprobados por Dios). Además, estamos obedeciendo su palabra en Isaías 62:7 cuando no le damos descanso hasta que El cumpla sus promesas. Esta es otra manera de utilizar la espada de doble filo de su palabra (metafóricamente hablando, la palabra de Dios es un filo y nosotros ponemos el otro filo cuando confesamos y le recordamos lo que Él nos prometió — Isaías 55:11; Jeremías 1:12). A El sólo sea toda la gloria.
(Image courtesy: Google Images)

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