Friday, March 22, 2013

Calumnia y Perjudicara

Salmo 15:1-3
¿Quién, Señor, puede habitar en tu santuario?
    ¿Quién puede vivir en tu santo monte?
Sólo el de conducta intachable,
    que practica la justicia
    y de corazón dice la verdad;
que no calumnia con la lengua,
    que no le hace mal a su prójimo
    ni le acarrea desgracias a su vecino;
En una enseñanza anterior, mencioné algunas de las características de unas personas que puede acudir a Dios (a la montaña del Señor) y estar en su presencia. Esta persona tiene que tener las manos limpias y un corazón puro que sólo rinde culto a Dios y no a los ídolos, ni cree en las mentiras del enemigo. También esta persona actuar con fe y no con temor constantemente que lo lleva a desear y manipular a su manera sus circunstancias sin la guía de la palabra y la dirección del Señor. Pero en el versículo 3 del pasaje de arriba, vemos otro aspecto de lo que se necesita para no tener obstáculos que nos impiden la presencia del Señor en nuestras vidas.
La escritura dice que esta persona no debe ser un calumniador, ni que habla mal a su amigo, ni toma un reproche contra su prójimo. En primer lugar, quiero destacar que esta admonición incluye nuestros pensamientos. Muchos de nosotros hemos sido declarados culpables de pensar mal de otra persona y mostrar una actitud diferente en nuestro exterior. Pero Jesús elevó el listón para nosotros cuando dijo en el sermón de la montaña que los motivos y las intenciones de nuestro corazón se encuentran en la forma en que pensamos acerca de otros, y si hiciéramos las cosas que hicimos en nuestros pensamientos, él lo da como que también lo hemos puesto en acción.
Mateo 5:22 dice, “Pero yo les digo que cualquiera que se enoje con su hermano, será condenado. Al que insulte a su hermano, lo juzgará la Junta Suprema; y el que injurie gravemente a su hermano, se hará merecedor del fuego del infierno.” DHH
Cuando somos propensos a calumniar, esto es un signo de orgullo y soberbia. Uno conduce al otro, y Dios se opone a ambos. Cuando somos opuestos por Dios, es como querer moverse hacia adelante, pero encontramos muchos obstáculos en el camino. No podemos culpar al diablo cuando Dios mismo es el que se opone a nosotros. Una de las razones que se opone al orgullo y soberbia es porque son totalmente opuestos a su naturaleza de ser justo y Santo (Efesios 4:24). Cuando una persona ha alcanzado el punto de altanería, él o ella se ha convertido en su propio dios y como gigante, quizás a la altura de Goliat fácilmente puede desafiar a Dios con sus acciones y palabras. Goliat fue un gigante altivo no solo en estatura, sino también en su mente y su corazón. Mientras más alta sea el nivel de orgullo y altanería, más pesada es la caída. Además, el orgullo y el sobreestimarnos nosotros mismos por encima de otros mientras que subestimamos a otros se encuentran entre las siete abominaciones que el Señor odia (Proverbios 6:17).
Además, como hemos visto también en publicaciones anteriores que calumniar está arraigado en el orgullo que a su vez está basado en el temor. Esto también es un signo de que la persona está bajo el control de un espíritu religioso. Este espíritu ha causado muchos a perder su marca y perder su herencia prometida por el Señor porque se encuentra donde hay contiendas y caos producido por las peleas y calumnias. De hecho que lastima los que participan en el acto de difamación porque se sienten superiores a los que están calumniando o difamando. Un ejemplo de esto que vemos en Canaán que fue condenado por su padre Noé a servir a sus dos hermanos Sem y Jafet. Estos dos últimos cubrieron a su padre en su desnudez, pero Cam (padre de Canaán) hablo de ello a sus hermanos (Génesis 9:20-27). Esto causó los descendientes de Canaán a tener que ceder sus tierras a Abraham y sus descendientes muchas generaciones más tarde (Génesis 17:8). Dios tiene una gran memoria que trasciende a muchas generaciones, y la venganza le pertenece a él.
Además, Santiago 1:26 dice que “Si alguno cree ser religioso, pero no sabe poner freno a su lengua, se engaña a sí mismo y su religión no sirve de nada.” DHH. La razón se encuentra en Santiago 3:9-12, que dice que con la lengua bendecimos al Señor y Padre, y con ella maldecimos a los hombres que fueron hechos a semejanza de Dios! Dice también que de la misma boca salen bendición y maldición. Estas no deben ser porque de la misma fuente no puede salir agua dulce y agua amarga.
Mis hermanos y hermanas, el Señor desea en cambio que las palabras de nuestras bocas y las meditaciones de nuestros corazones sean aceptables delante de sus ojos (Salmo 19:14). Por lo tanto, acerquémonos confiadamente a su trono con corazones arrepentidos para obtener misericordia y gracia en tiempo de necesidad (Hebreos 4:16) porque necesitamos desesperadamente un cambio de corazón. Un corazón que perdona y ama a otros. A El sólo sea toda la gloria ▪.
Image Courtesy: Google Image

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