Thursday, March 28, 2013

La Dispensación de la gracia de Dios 4: El Veneno de la Incredulidad

Lucas 19:12-17 (NTV)
12 Les dijo: «Un hombre de la nobleza fue llamado a un país lejano para ser coronado rey y luego regresar. 13 Antes de partir, reunió a diez de sus siervos y dividió entre ellos cinco kilos de plata, diciéndoles: “Inviertan esto por mí mientras estoy de viaje”; 14 pero sus súbditos lo odiaban y enviaron una delegación tras él a decir: “No queremos que él sea nuestro rey”.
15 »Después de que lo coronaran rey, volvió y llamó a los siervos a quienes les había dado el dinero. Quería saber qué ganancias habían tenido. 16 El primer siervo informó: “Amo, invertí su dinero, ¡y multipliqué diez veces el monto inicial!”. 17 »“¡Bien hecho! —Exclamó el rey—. Eres un buen siervo. Has sido fiel con lo poco que te confié, así que como recompensa serás gobernador de diez ciudades”. 18 »El siguiente siervo informó: “Amo, invertí su dinero y multipliqué cinco veces el monto original”.
19 »“¡Bien hecho! —exclamó el rey—. Serás gobernador de cinco ciudades”. 20 »Pero el tercer siervo trajo sólo la suma original y dijo: “Amo, escondí su dinero para protegerlo. 21 Tenía miedo, porque usted es un hombre muy difícil de tratar, que toma lo que no es suyo y cosecha lo que no sembró”. 22 »“¡Siervo perverso! —dijo el rey a gritos—. Tus propias palabras te condenan. Si sabías que era un hombre duro que tomo lo que no es mío y cosecho lo que no sembré, 23 ¿por qué no depositaste mi dinero en el banco? Al menos hubiera podido obtener algún interés de él”.
24 »Luego, dirigiéndose a los otros que estaban cerca, el rey ordenó: “Quiten el dinero de este siervo y dénselo al que tiene cinco kilos”. 25 »“Pero amo —le dijeron—, él ya tiene cinco kilos”. 26 »“Sí —respondió el rey—, y a los que usan bien lo que se les da, se les dará aún más; pero a los que no hacen nada se les quitará aun lo poco que tienen. 27 En cuanto a esos enemigos míos que no querían que yo fuera su rey, tráiganlos y ejecútenlos aquí mismo en mi presencia”».
Hay un estado lamentable en el cuerpo de Cristo que, sin sonar redundante, afortunadamente no todo el mundo participa de Él. Se llama el estado de incredulidad. Esto se refleja cuando Dios envía a una persona para ser la respuesta de los clamores de ciertas gentes. Él envía a alguien capacitado para dar respuesta a sus oraciones, pero porque la persona o la circunstancia en la que aparece  no es lo que la gente imaginaba, rechazan lo que Dios quiere hacer en medio de ellos. La respuesta no se manifiesta sin lucha y los mensajeros enviados por Dios son culpados por la incredulidad de quienes los rechazan. Estas personas no se dan cuenta que al rechazar los vasos que llevan su liberación dentro de ellos, también rechazan a quien los envió.
Podría ser un tema racial, una cuestión étnica, una cuestión de género, una cuestión de estado financiero, un problema social o religioso, etc., porque les quería bendecir pero ellos no aceptaron los vasos que llevaban las bendiciones que esa gente necesitaba. Ellos han sido totalmente preparados y han pagado el precio para llevar la unción que liberara a aquellos que los rechazan, pero la incredulidad los ha cegado, bloqueando la vista de quienes están rechazando los mensajeros de Dios como vemos en el versículo 14 del pasaje anterior.
El otro aspecto importante de caminar en la incredulidad es que aquellos que son influenciados por ese espíritu, evitan pasos importantes en el camino a sus destinos y llamamientos de Dios para sus vidas y también están obstaculizando los que están dispuestos a dar esos pasos con ellos que entienden que es para la gloria de Dios. No quieren darse la gloria a ellos mismos, sino al Dios viviente. Para ustedes que evitaron dar ciertos pasos en el proceso designado para ustedes, dice el Señor que no se enojen cuando esperan un diploma, pero en cambio tienen que repetir el grado antes de llegar a sus destinos en Cristo. Recuerden lo que dice Gálatas 6:7 “No se dejen engañar: nadie puede burlarse de la justicia de Dios. Siempre se cosecha lo que se siembra.” NTV
Los versículos 20 al 26 del pasaje de Lucas ilustran otra manifestación del espíritu de incredulidad que influye en las personas que rechazan las personas enviadas por Dios o por las condiciones en que se envían: se dedican a calumniar y maldecir, contando como malo lo que es realmente bueno, sin saber que sus acciones los pueden despojar de las mismas bendiciones por las que le están clamando a Dios y esas bendiciones en su lugar Dios las da a las personas que fueron rechazadas. Ese es el castigo que reciben por haber hablado y tratado mal a los enviados del Señor. Sus actitudes contra los enviados de Dios y sus propias palabras los han hecho dignos de condena y no de bendición. Incluso existe el peligro de perder para siempre lo que Dios quería darles por sus malas actitudes y acciones.
Por esta razón, vamos a examinar nuestros corazones para que si no es demasiado tarde, podamos recuperar las cosas que hemos perdido al abandonar el proceso que Dios tiene para nosotros aun si no entendemos la circunstancia o la razón por las que Él envió sus mensajeros para liberarnos porque según Romanos 8:30 “Después de haberlos elegido, Dios los llamó para que se acercaran a él; y una vez que los llamó, los puso en la relación correcta con él; y luego de ponerlos en la relación correcta con él, les dio su gloria.” NTV. Esto quiere decir que Dios ha justificado sus mensajeros enviados porque ellos respondieron a su llamado y entendieron que estaban predestinados a ser los vasos que llevarían la unción para librar a otros de sus servidumbres y luchas.
Al amonestarlos  les ruego que con arrepentimiento entreguen su corazón a Dios. Él les puede cambiar el corazón de piedra por un corazón de carne (Ezequiel 36-29) que puede ayudarles a tener la actitud correcta hacia las circunstancias y la gente que Él envía a sus vidas y también denles sus mentes para que los ayude a renovar su forma de pensar de acuerdo a su palabra (Romanos 12:2) que los  ayuda a ser hechos conforme a la imagen de su Hijo y no a los caminos del mundo. A El solamente sea toda la gloria.
Imagen Cortesia de Google.com 

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