“20 Así, cuando el edicto real se dé a conocer por todo su inmenso reino, todas las mujeres respetarán a sus esposos, desde los más importantes hasta los menos importantes.
21 Al rey y a sus funcionarios les pareció bien ese consejo, de modo que el rey hizo lo que había propuesto Memucán: 22 envió cartas por todo el reino, a cada provincia en su propia escritura y a cada pueblo en su propio idioma, proclamando en la lengua de cada pueblo que todo hombre debe ejercer autoridad sobre su familia.”
Hay ejemplos en la Biblia de mujeres dedicadas que fueron sometidas a Dios a través del honor y devoción que daban a sus esposos como la cabeza de sus hogares. Puedo pensar en Abigail, que se dice haber sido una mujer de belleza y de buen entendimiento y que antes de casarse con David, ya había demostrado sumisión a su primer marido, Nabal aunque él era considerado como a un tonto (1 Samuel 25:3). También estaba Ruth, quien abandonó sus idolatrías anteriores para seguir a su suegra Noemí y su Dios (Rut 1:16) a la tierra donde conoció a Booz, un prominente hombre de Dios que se convirtió en su esposo y cuya devoción y sumisión le dio a Ruth una posición importante en la tierra y como una antepasada del rey David (Ruth 2 - 3).
Pero también hay ejemplos de mujeres que desde el principio de la creación han intentado usurpar la posición de jefe de la casa de sus maridos. Esta posición representa a Dios como la cabeza, pero la falta de honor de estas mujeres hacia ellos fue una por la cual a través de sus posiciones de autoridad, pudieron haber causado una avalancha de falta de respeto, abuso, rebeldía, brujería y una abierta violación del orden divino y desprecio por los justos juicios de Dios en los corazones de todos aquellos bajo su influencia.
Esta vez estoy pensando primero de Eva que tomó una decisión como jefa de empresa al desobedecer el mandato de Dios de no comer el fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal sin consultar primero con Adam, causándoles ser expulsados del jardín del Edén. También estuvo Vasti, quien se negó a venir al rey JerJes que la había mandado llamar para mostrarla como la bella reina antes su pueblo y sus súbditos. Su decisión de desobedecer la orden del rey provocó que él se divorciara de ella porque fue puesto en una posición comprometedora frente a todas las personas en su reino. Otro ejemplo es Jezabel que no aceptaba que le dijeran no cuando pedía algo y mandaba a asesinar y robar para obtener lo que quería para ella y su familia y llevó a muchos en todo el Reino a adorar a Baal en lugar de Dios.
Las acciones de estas mujeres fueron gradualmente una peor que la otra y dio entrada al espíritu de Jezabel en la tierra. Este espíritu demanda que se le de poder y autoridad sea asignada o no. También hace caso omiso de otras posiciones de autoridad y amenaza cuando se siente amenazada. Sumisión y honor son los opuestos operativos de las formas en que este espíritu se manifiesta en una persona, y es una de las muchas formas que toma el espíritu del Anticristo. A través de la manipulación, el espíritu de Jezabel quiere gobernar todo de una manera pervertida y su principal objetivo es alejar a la gente de toda influencia de Dios, comunión e intimidad con él y los caminos de su reino.
Sorprendentemente, muchos cristianos en el cuerpo de Cristo se encuentran con diferentes grados de esta influencia que vino de pecados generacionales de rebeldía y perversión. Al intentar manipular lo que pueden lograr en sus circunstancias de prueba y también querer manipular la palabra de Dios y el tiempo fijado por Dios para manifestar las cosas que quieren sin tener que pagar el precio requerido para obtenerlas, el espíritu de Jezabel puede estar obrando en estas personas para desviarlas del camino de Dios. Este espíritu también se ha encontrado provocando el caos en el cuerpo de Cristo para derrocar la autoridad y el orden establecidos y cuando esa influencia no se detecta y elimina prontamente, ha causado estragos en las vidas de muchos de los hijos de Dios, en los ministerios y las familias.
Apocalipsis 2:20-23 en la versión Nueva Traducción Viviente habla del carácter de este espíritu y los escándalos hechos en el cuerpo de Cristo cuando se ha pasado desapercibido. Dice:
“20 Pero tengo una queja en tu contra. Permites que esa mujer —esa Jezabel que se llama a sí misma profetisa— lleve a mis siervos por mal camino. Ella les enseña a cometer pecado sexual y a comer alimentos ofrecidos a ídolos. 21 Le di tiempo para que se arrepintiera, pero ella no quiere abandonar su inmoralidad.
22 Por lo tanto, la arrojaré en una cama de sufrimiento, y los que cometen adulterio con ella sufrirán terriblemente, a menos que se arrepientan y abandonen las maldades de ella. 23 Heriré de muerte a sus hijos. Entonces todas las iglesias sabrán que yo soy el que examina los pensamientos y las intenciones de cada persona. Y le daré a cada uno de ustedes lo que se merezca.”
También, el orgullo y la arrogancia pueden encontrarse en el espíritu de Jezabel que conduce a que se ignoren las amonestaciones y haya falta de respeto de las personas en posiciones de autoridad que según romanos 13:1, fueron colocadas en esos puestos por Dios. Por esta razón, humillarnos ante Dios y no ceder al control y manipulación que son radicados en el miedo al no obtener las cosas que queremos, al igual que continuar actuando de una manera justa y correcta ante los ojos de Dios son importantes para poder cosechar la recompensa que Dios nos ha prometido (Gálatas 6:9).
Romanos 8:6 nos amonesta a vivir una vida guiada por el Espíritu del Señor que no satisface los deseos de nuestra naturaleza pecaminosa (de otras generaciones y que no han sido lavados con el agua de su palabra y quemados en su fuego sagrado y purificador). Salmo 51:17 dice que los sacrificios de Dios son un espíritu quebrantado, y El no desprecia un corazón contrito y humillado cuando venimos a Él con arrepentimiento para que nos ayude a alejarnos de nuestra conducta perversa, y sane nuestras tierras (nuestras vidas, familias, finanzas, ministerios, empresas, relaciones, etc.) como se menciona en 2 Crónicas 7:14. A El solamente sea toda la gloria.∎
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