“No comerán nada de la carne ni cruda ni hervida en
agua. Asarán al fuego el animal entero con la cabeza, las patas y las entrañas.”
Cuando Dios
nos da una palabra de promesa, esta palabra luego pasa a ser probada con fuego. Cuando
asamos carne en la parilla, la grasa es evidencia de los desechos contaminados y las toxinas
encontradas en un animal que deben quemarse en el fuego. El fuego purifica y
descontamina. Asì mismo, cuando el Señor nos da una promesa, Èl nos lleva a pasar por pruebas para
asegurarse que cuando Èl haya terminado llevándonos por el proceso asignado
para nosotros, nos puede colocar en el fuego una ves màs y no nos quemaremos porque hemos
sido hechos puros como el oro.
Esto pasa
mientras el fuego continúa quitando las inmundicias que no pueden oponerse a la
santidad de Dios y su justicia que El ha puesto en nosotros y que nos
convierten en vasos puros que El utilizará sin mancha ni arruga que significan
madurez espiritual. Solo así podremos alcanzar y mantenernos en nuestros lugares de
asignación. Por esta razón, el ayuno y la oración al igual que el acercarnos a
Dios por medio de su palabra y lo que sale de su boca es de gran necesidad para
nosotros porque el agua de la palabra lava lo que el fuego ha quemado.
En el
momento en que las palabras en el versículo anterior fueron entregadas a los
hijos de Israel, ellos se estaban preparando para su huida de Egipto. Egipto
representa el modo de pensar y condiciones que Dios quiere quitar de nosotros y que habíamos
aprendido a imitar del mundo y aquellos que influyeron en nosotros, para que no
traigamos esa contaminación a nuestro lugar de asignación porque en ese lugar estamos
mandados a guiar a otros a Dios. La contaminación no nos permite influir en
otros a que escojan seguir los caminos de Dios porque en ese momento no hay diferencia entre
ellos y nosotros. El fuego examina, corrige, y disciplina las condiciones de
nuestros corazones y nuestra forma de pensar y razonar los caminos de Dios.
También nos muestra los motivos por el que hacemos las cosas, si seguimos malas
tradiciones, y los pecados generacionales que hemos heredado, etc.
Apocalipsis
3:17-19 nos explica la condición de nuestro corazón al decir, “17 Tú dices: “Soy rico, tengo todo
lo que quiero, ¡no necesito nada!”. Y no te das cuenta que eres un infeliz y un
miserable; eres pobre, ciego y estás desnudo. 18 Así que te aconsejo que de
mí compres oro —un oro purificado por fuego— y entonces serás rico. Compra
también ropas blancas de mí, así no tendrás vergüenza por tu desnudez, y compra
ungüento para tus ojos, para que así puedas ver. 19 Yo
corrijo y disciplino a todos los que amo. Por lo tanto, sé diligente y
arrepiéntete de tu indiferencia.” NTV
Por otra parte,
el ayuno es una de las maneras en que pagamos el precio por el supremo llamamiento que Dios nos da y nos ayuda tambièn a ver la manera en que Dios nos ve y a
tener su perspectiva sobre las circunstancias que atravesamos. Esto nos
puede traer comprensión de los procesos que Dios ha elegido para que podamos
pagar el precio de ese supremo llamamiento. Además, el ayuno nos ayuda
a convertirnos en águilas que se elevan a nuevas alturas en todas las pruebas
por encima de las asechanzas del enemigo. También nos convierte en leones que
rugen contra el enemigo para ponerlo a huir lejos de nosotros, nuestras
familias, empresas, ministerios y todo lo demás que nos pertenece y Dios nos ha
confiado.
Pasar por el
fuego de la aflicción nos madura al eliminar las manchas y las arrugas de las inmundicias y también elimina las malas doctrinas,
idealismos culturales y tradicionales y las creencias que hemos mantenido por
muchos años y que nos impiden crecer en el conocimiento verdadero de Dios
(Efesios 1:17). Igualmente, también nos ayuda a acercarnos a Él para que busquemos
su reino y su justicia y recibir su sabiduría y entendimiento de las cosas El nos
ha prometido.
Sólo
entonces esas promesas se nos pueden manifestar porque las podemos recibir y sostener
para siempre. Por esta razón, es esencial vivir por la palabra de Dios y por el
rendimiento de su proceso para nosotros. Cuando decidimos ceder y obedecer sus
mandamientos para nosotros que pueden incluir el ayuno, podemos desarrollar la
unción y el manto que nos dará la singularidad de nuestros llamamientos y la
capacidad de funcionar y mantenernos firmes en nuestros nuevos sitios de
asignación.
Es
perjudicial el ignorar o huir de este proceso de purificación. Los hijos de Elí
tenían un sistema que Dios consideraba gran pecado porque como sacerdotes de
Dios en su templo, causaron que su pueblo tuviera temor de llevar ofrendas a su
casa porque estos dos sacerdotes, Ofni y Finees, no permitían que las ofrendas fueran
totalmente quemadas en el fuego como era la orden estipulada por Dios para
ellos, pero en cambio mandaban a hervir la carne.
1 Samuel 2:12-17 nos explica, “12 Ahora bien, los
hijos de Elí eran unos sinvergüenzas que no le tenían respeto al Señor 13 ni a sus
obligaciones sacerdotales. Cada vez que alguien ofrecía un sacrificio, los
hijos de Elí enviaban a un sirviente con un tenedor grande de tres dientes.
Mientras la carne del animal sacrificado aún se cocía, 14 el sirviente metía el
tenedor en la olla y exigía que todo lo que sacara con el tenedor fuera
entregado a los hijos de Elí. Así trataban a todos los israelitas que llegaban
a Silo para adorar. 15 Algunas
veces el sirviente llegaba aun antes de que la grasa del animal fuera quemada
sobre el altar. Exigía carne cruda antes de que hubiera sido cocida, para poder
asarla.
Hervir la
carne representa permitir que las cosas que no pueden ser usadas por Dios en
nosotros permanezcan porque pueden impedirnos avanzar constante y fuertemente a
nuestros lugares de asignación. A la larga, si seguimos sin arrepentirnos y
pedirle ayuda a Dios para que no pensemos o nos comportemos como lo hemos hecho,
rechazando la gracia de Dios para cambiar, nos puede costar nuestros
llamamientos y nos puede hacer objetos de su juicio en lugar de vasos que
pueden traer justicia y cumplimiento de sus promesas a nuestras situaciones y traer
a muchos fuera del sistema del mundo y a los brazos de nuestro Señor.
Lo principal que Dios quiere desarrollar para reflejar en nosotros a través de nuestro
proceso es el carácter de Cristo que extiende su misericordia y su gracia a los
perdidos y los que han caído y se han descarriado y trae el juicio contra el
enemigo y detiene sus inundaciones de maldad contra nosotros y otras personas
que nos rodean. A Él solamente sea toda la gloria∎.
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