Vamos a continuar
explicando cómo las características de una palmera sana que está plantada en
buen suelo son paralelas a la vida de un firme creyente en Jesucristo que es
plantado en el suelo correcto (Iglesia) como mandó el Señor en el Salmo
92:12-15 (lea la publicación anterior).
3) Ellos
son muy fuertes y pueden soportar clima severo con flexibilidad y sin romperse –no
importa las circunstancias, cuando Dios es lo primordial en nuestras vidas y la
sumisión a su autoridad como nuestro rey es manifestada a través de nuestra sumisión
a nuestros líderes espirituales establecidos, hay protección contra el enemigo
y victoria sobre sus agresiones contra nosotros (Lucas 7:7-10).
4) No se
conoce ninguna palmera que haya sido desarraigada por una tormenta –ser
plantados en la casa del Señor, someternos a las autoridades establecidas sobre
nosotros y ser fortalecidos a través de las relaciones que él ha puesto a
nuestra disposición en otros miembros de la Iglesia (especialmente miembros maduros
de la congregación) nos darán raíces profundas que hará que seamos fuertes en
el señor y en el poder de su fuerza (Efesios 6:10). Todo esto se nos esta
disponible para ayudarnos a avanzar a cumplir con su plan y destino para
nosotros en el. Quisiera advertir que el enemigo en ocasiones nos tienta a
abandonar el lugar donde Dios nos ha plantado debido a ofensas con los líderes
u otros miembros de la congregación, pero tenemos que recordar que en resistir
esta tentación hay protección y bendiciones, por lo que no debemos permanecer
plantados a menos que el Señor nos dirija a movernos. (1 de Corintios 15:58).
5) Finalmente, las
palmeras florecen en los desiertos más secos y en climas tropicales –sin
importar las condiciones y el medio ambiente en el que estemos sometidos,
podemos prosperar y crecer cuando Dios es primero en nuestras vidas y estamos
plantados en el suelo que sirve como medio para poder desarrollarnos como vasijas
de unidad en nuestros rangos como soldados del ejercito de Dios. De esta forma
podemos aprender a luchar fuertes y victoriosos en las batallas, caminar con
favor e influir a otros para Cristo dentro de la iglesia o fuera de ella para
que otros también aprendan a caminar victoriosos en él.
La
escritura también dice que cuando andamos en rectitud (de acuerdo a la palabra
de Dios), creceremos como un cedro de Líbano. Cedros del Líbano también tienen
características que vale la pena comparar con el caminar de un creyente que
está plantado en el suelo correcto (la Iglesia) que Dios ha elegido para él o
ella.
Primero: Cedros
de Líbano crecen hasta 80 pies de altura y se extienden fuera de 30-50 pies a
elevaciones de 4.264 a 6.888 ft. –como la palmera que crece muy alta, el
cedro de Líbano prospera en grandes alturas y extiende sus pliegos ampliamente.
En la vida de un creyente, esto se logra cuando aprendemos a caminar guiados
por el Espíritu Santo y tenemos comunión con el señor leyendo su palabra y
buscando su presencia a través de los cultos y en alabanza. Esto nos permite escuchar
su voz y no la voz de otro extraño (Juan 10:4-5) como el Diablo y sus mentiras
demoníacas (Juan 8:44), ni la voz de nuestros espíritus humanos y razonamientos
que no han sido renovados a la palabra de Dios (Lucas 11:34) que podrían
descarrilarnos de la voluntad de Dios.
Segundo, Cedros
de Líbano crecen mejores en suelo profundo en laderas frente al mar --Cuando
la casa (Iglesia) donde Dios ha escogido que seamos plantados es un lugar que
es fuerte en la palabra de verdad y sin influencia religiosa, entonces el
Espíritu Santo se puede mover libremente, hay oración, y los miembros aprenden
a ser guerreros de oración fuertes en sus casas y no sólo cuando vienen juntos
a rezar corporalmente en la iglesia. Esto hace de esta casa un buen suelo
profundo que hará que sus miembros
florezcan. El mar representa el agua de la palabra de Dios que nos limpia
y nos hace libres de ataduras, nos cura y nos da vida (Ezequiel 36:25, 47:6-9).
Además, estos
árboles requieren mucha luz y unos 40 centímetros de lluvia al año –nuestra
fuente de luz es el Señor Jesús, luz del mundo que podemos seguir cuando
caminamos en comunión con él—una fuerte necesidad y exigencia para poder ser verdaderos creyentes—si hacemos esto él dijo que
no caminaremos en la oscuridad, sino que tendremos luz que nos da vida (Juan 8:12).
La lluvia representa el movimiento del Espíritu Santo en nuestras vidas que
cuando decidimos seguirlo a el como líder y no los deseos de nuestra carne, entonces
desarrollamos los frutos del espíritu (Gálatas 5:16-26) que son el propio
carácter de Dios que él quiere hacer fuerte en nosotros y nos lleva a caminar
en dimensiones superiores (magnitudes) de rectitud y santidad.
Por ultimo,
los cedros de Líbano tienen ramas horizontales de amplia difusión –esto
representa nuestra altura y feraz fuerza en nuestro caminar con Dios y nuestra
unción (capacidad) para influir a otros para que ellos aprendan del Reino de
Dios y la vida en abundancia que Jesús les ofrece. Estas personas se encuentran
en nuestros puestos de trabajo, negocios, entre los creyentes nuevos, nuestras
familias, etc., Todo esto se puede realizar cuando nos cedemos ante el Espíritu
Santo y obedecemos sus inspiraciones. De esta manera nos hacemos disponibles
para mostrar a Cristo a aquellos que nos
rodean. Muchas veces no hay necesidad de decir una palabra, sino que nuestro
comportamiento, nuestra integridad, nuestra lealtad y sumisión a la autoridad
(siempre y cuando lo que nos piden hacer no es contrario a la palabra de Dios y
nuestra sumisión a los mandamientos que nos ha dado) ayudarán a sembrar semillas
que ganan a otros para Cristo porque su luz en nosotros estará brillando y es observada por aquellos que caminan
en la oscuridad (Mateo 5:14-16). Manténgase atentos a nuestra continuación de la
semana entrante...A Dios solo sea la gloria.
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