El Secreto de la Paz
Por lo demás, hermanos, todo lo que es
verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo
honorable, si hay alguna virtud o algo que merece
elogio, en esto mediten.
Continuando
con el mensaje de la última publicación, nuestras creencias y cosas que
levantamos como ídolos empiezan en nuestros pensamientos. Joyce Meyer ha
enseñado durante muchos años que la
batalla comienza en nuestras mentes. Pero una cosa vale la pena destacar: cuando
hay heridas en nuestras almas por dolor, alguien nos rompió el corazón y hay ofensas
(cosas que nos molestan por lo que otros han hecho o dicho contra nosotros que
han causado daño en nuestros corazones), especialmente cuando el enemigo ha
enviado gente a repetir sus mentiras a nosotros, pensar en las cosas destacadas
en la escritura es más fácil decir que hacerlo.
Por
esta razón, la renovación de nuestra mente (Romanos 12:1-2) por medio de la
palabra de Dios es importante porque de esta manera estamos permitiendo al
Señor que nos limpie (Ezequiel 36:25) de la mentalidad adoptada por nuestras
culturas, tradiciones, la forma en que nos criaron, diferentes tipos de
influencias, y hasta cosas que se nos fueron pasadas generacionalmente que nos
han enseñado a pensar de ciertas maneras. La palabra de Dios también nos ayuda
a sanar de nuestras heridas (Isaías 53:5), y cuando esto sucede, se vuelve más
fácil luchar para sacar cada cosa innoble que quiere exaltarse a sí mismo
contra el Señor y su palabra en nuestras mentes (2 Corintios 10:5).
Un
ejemplo bíblico del mandato de meditar en la palabra de Dios, sus promesas y
las formas vivir como en su reino en la tierra se encuentra en Josué 1:6-9. En
este pasaje el señor dijo a Josué tres veces que fuera fuerte y valiente. Esto Dios
lo habló severamente, pero lo hizo porque quería ayudar a Josué a meditar en
ser fuerte y valiente para remplazar el miedo que podría haber sentido debido a
lo que estaba a punto de realizar para cumplir con los mandamientos de Dios
para él. Este pasaje implica que Josué podría haber sido una persona fácilmente
temerosa, y quizás hizo del temor un ídolo. Pero Dios, como siempre hace,
brilló su luz en la oscuridad que envolvía a Josué por medio del miedo y le
dijo lo que iba a tomar para que él tuviera éxito en sus esfuerzos para obedecer
la palabra que Dios le hablo.
En esencia,
para poder subir a la montaña del Señor para recibir sus bendiciones,
necesitamos deshacernos de ídolos de todo tipo y él nos muestra lo que son
cuando leemos su palabra que nos permite ser lavados y limpiados. Igual toma meditar
y hablar de esa palabra de luz que ha brillado en la oscuridad que nos mantuvo
en servidumbre y atados. De esta manera podemos derribar fortalezas del enemigo
y caminar en libertad para amar y adorar a Dios, amar y aprender a vernos a
nosotros mismos de la misma manera que Dios nos ve, y podremos extender ese
amor a los demás incluso en nuestros pensamientos, porque aquello en lo que meditamos
eventualmente saldrá de nuestras bocas y se mostrará a través de nuestras
acciones porque así como un hombre piensa, así es él (Proverbios 23:7). A Dios
sea toda la gloria!
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