Friday, October 30, 2020

El Valor de Dar al Señor con Sacrificio

 


Génesis 22:1-2 

Tiempo después, Dios probó la fe de Abraham. —¡Abraham! —lo llamó Dios. —Sí —respondió él—, aquí estoy. —Toma a tu hijo, tu único hijo —sí, a Isaac, a quien tanto amas— y vete a la tierra de Moriah. Allí lo sacrificarás como ofrenda quemada sobre uno de los montes, uno que yo te mostraré.” NTV


Este pasaje habla de cuando Dios le pidió  a Abraham que le diera una ofrenda quemada. Una ofrenda quemada es una ofrenda de gran sacrificio. Con esto, Dios nos demuestra una de las dos maneras más comunes en las que Él nos pide que le demos una ofrenda de sacrificio. La primera manera es cuando sacrificamos a El nuestro "único". 


Esto se refiere a cuando le ofrecemos a Dios lo que Él quiere multiplicar en nuestra vida y en este momento es nuestro “único” de aquello. Este podría ser nuestro único auto, nuestra única casa, nuestra única cuenta de inversión, nuestra familia, y en esencia, cualquier cosa que El reclama como propiedad suya y require de nosotros. 


Como el versículo uno revela, Dios hace esto para poner a prueba nuestra voluntad de separarnos de lo que El nos está pidiendo para asegurarnos de que no lo hemos convertido en un ídolo. Especialmente si es algo que nos costó una larga espera, energía, esfuerzo, muchas noches de insomnio, y el sudor de nuestra frente para obtenerlo. 


Con esto el Señor nos eleva y nos estrecha en nuestra confianza en El. En el caso de Abraham, él y su esposa Sara esperaron 25 largos años para finalmente tener a su hijo prometido por Dios. Incluso, ellos cometieron algunos errores costosos mientras trataban de tener a este hijo por sus propios esfuerzos en su determinación de traerlo al mundo. Pero nunca se imaginaron que más tarde en la vida, Dios iba a requerir esa misma promesa de ellos. 


Esto debería ayudarnos a buscar con más pasión aprender a conocer al Dios que nos hace la promesa y es capaz de cumplirla. Pero también se reserva el derecho de exigirnos la promesa cumplida sin importar cuánto nos costó. Al final, la promesa todavía le pertenece a El. Al leer esto, puede que ya estés sudando y tragando grueso, pero no temas. Esto es sólo una prueba. 


Nuestra obediencia como la de Abraham nos dará acceso a una dimensión más alta en proporción al sacrificio que le dimos a Dios. En esta nueva dimensión obtenemos nuevos niveles de revelaciones, sabiduría, conocimiento, entendimiento, unción, mantos y más de Dios que nos ayuda a vivir en la multiplicación de Dios en nuestras vidas.


Génesis 22:15-17 dice, 

Luego el ángel del Señor volvió a llamar a Abraham desde el cielo. —El Señor dice: Ya que me has obedecido y no me has negado ni siquiera a tu hijo, tu único hijo, juro por mi nombre que ciertamente te bendeciré. Multiplicaré tu descendencia hasta que sea incontable, como las estrellas del cielo y la arena a la orilla del mar. Tus descendientes conquistarán las ciudades de sus enemigos;” NTV


Por esto, como Abraham, debemos poner nuestra fe en Dios solamente sin importar lo que pase. Esta confianza constante es lo que hizo justo a Abraham ante los ojos de Dios. 


Romanos 4:16,22 nos dice, 

Así que la promesa se recibe por medio de la fe. Es un regalo inmerecido. Y, vivamos o no de acuerdo con la ley de Moisés, todos estamos seguros de recibir esta promesa si tenemos una fe como la de Abraham, quien es el padre de todos los que creen. Y, debido a su fe, Dios lo consideró justo.” NTV


Toda promesa es un regalo de Dios y nuestras ofrendas de sacrificio a El hacen un enorme depósito en nuestro cuenta de banco celestial que nos da a conocer en el mundo espiritual porque esos sacrificios causan un gran daño en el campamento del enemigo más que cuando damos de nuestro excedente de lo que sea que estamos dando a Dios. Sin embargo, esto no significa que nuestros tiempos en la cima de la montaña no sean fructíferos para nosotros. 


Pero hay algo acerca de los sacrificios que damos a Dios en nuestra vida cotidiana que crean un dulce aroma que llega al cielo y dejan una huella poderosa y permanente en el ámbito espiritual. Esto nos ayuda a tener una voz que nos hace ser reconocidos como hijos de Dios. 


El Padre mismo nos demostró este principio del valor de dar nuestro “único” cuando nos dio a Su único Hijo, Jesucristo para que muriera por nosotros. Su gran sacrificio fue una semilla para que El tuviera muchos más hijos de rectitud y justicia en la tierra y también nos dio un gran ejemplo de que nuestros sacrificios producen no sólo en lo natural, sino también en el ámbito espiritual. 


A continuación, el otro tipo de sacrificio que habla con voz fuerte a nuestro favor es cuando damos a Dios lo "último” de algo que tenemos. La viuda que dio como ofrenda las dos últimas monedas de cobre que tenía es un ejemplo de esto. 


Marcos 12:41-44 nos muestra, 

Jesús se sentó cerca de la caja de las ofrendas del templo y observó mientras la gente depositaba su dinero. Muchos ricos echaban grandes cantidades. Entonces llegó una viuda pobre y echó dos monedas pequeñas. Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: ‘Les digo la verdad, esta viuda pobre ha dado más que todos los demás que ofrendan. Pues ellos dieron una mínima parte de lo que les sobraba, pero ella, con lo pobre que es, dio todo lo que tenía para vivir’.” NTV


Este es otro ejemplo de la ley de intercambio que hemos aprendido que, y a pesar de que la Biblia no menciona los resultados en este pasaje en particular, sabemos que esto crea gran multiplicación en nuestra vida. Porqué? Porque el intercambio fue hecho con gran sacrificio de parte de la viuda quien dio más que los que dieron en abundancia. Este sacrificio encendió la alarma celestial y causó una intervención del Reino en su circunstancia.


Del mismo modo, aprendimos del intercambio entre la viuda de Sarepta y el profeta Elías durante una época de sequía. La viuda sacrificó lo último de su harina y aceite para alimentar primero al profeta, y luego ella y su hijo comieron. El resultado fue una multiplicación de su último hasta que llegó la lluvia que puso fin a la sequía. La intervención de Dios por medio del profeta los mantuvo alimentados y asegurados en Su promesa de provisión hasta el final de la sequía. Pueden leer esto en 1 Reyes 17:8-16.


Este principio no sólo se aplica a nuestras finanzas, sino que funciona con todo aquello a lo que estamos creyendo que Dios traerá Su aumento sobrenatural que multiplica el último de lo que le estamos dando con sacrificio. El último de nuestra fuerza y esperanza, el último paso de fe que podemos dar cuando no sabemos qué más hacer, lo último de sabiduría que tenemos, o nuestra última oración o clamor de ayuda a Dios para intervenir en nuestra situación. 


Nuestro dar a Dios tiene un mayor impacto cuando se une al sacrificio. ¿Pero por qué es esto? Porque esto trae lo contrario a lo que ofrece el mundo nos da una voz en el ámbito espiritual. Esto se debe a que cuando el mundo nos dice que encontremos la manera más fácil de salir de nuestras circunstancias, Dios nos está pidiendo que perseveremos en la prueba y pasemos por los valles de nuestra vida en lugar de tratar de salir sin considerar el efecto de nuestra obediencia cuando nos ha costado algo. 


De igual manera, la muerte de Jesús en la Cruz tuvo mayor impacto que si El hubiera sido coronado Rey de los Judíos mientras estaba sentado en un trono, con una corona de oro y una capa de lino fino. Su muerte en la Cruz le dio el nivel de autoridad necesario para vencer a su enemigo y tomar las llaves del infierno y Hades que liberaron a muchos cautivos. 


Esto nunca hubiera sucedido con El sentado en un trono terrenal. Así mismo, cuando llevamos nuestra cruz personal durante nuestro tiempo de proceso, estamos creciendo en nuestra autoridad y poder para desplegar las armas de nuestra guerra que causan daño irreparable en el campo del enemigo. 


En 2 Samuel 24:21-25 el rey David muestra su comprensión del efecto espiritual de una ofrenda de sacrificio. El había cometido un error costoso al contar la cantidad de ciudadanos en su reino que tenían poder de lucha, en lugar de confiar en Dios para darle la victoria en sus batallas. Esto despertó la ira de Dios. Pero el rey David se llenó de dolor en su corazón por lo que había hecho y las consecuencias que esto trajo al pueblo bajo su cuidado. Para ello, el rey siguió la sabiduría del profeta Gad para detener la plaga que fue liberada en la tierra. La Escritura dice,


—¿”Por qué ha venido, mi señor el rey? —preguntó Arauna. David le contestó: —Vine a comprar tu campo de trillar y a edificar allí un altar al Señor, para que él detenga la plaga. —Tómela, mi señor el rey, y úsela como usted quiera —le respondió Arauna a David—. Aquí hay bueyes para la ofrenda quemada, y puede usar los tablones de trillar y los yugos de los bueyes como leña para hacer un fuego sobre el altar. Le daré todo a usted, su majestad, y que el Señor su Dios acepte su sacrificio. Pero el rey le respondió a Arauna: —No, insisto en comprarla; no le presentaré ofrendas quemadas al Señor mi Dios que no me hayan costado nada. De modo que David le pagó cincuenta piezas de plata por el campo de trillar y por los bueyes. Allí David edificó un altar al Señor y sacrificó ofrendas quemadas y ofrendas de paz. Y el Señor contestó la oración que hizo por la tierra, y se detuvo la plaga que azotaba a Israel.” NTV


Podemos ver que a través de la ofrenda de sacrificio del rey David y su oración por la tierra, pudo ver la plaga cesar. Por lo tanto, como hemos aprendido aquí, nuestra entrega de sacrificios a Dios sirve como una moneda que nos da acceso a Su poder para vencer nuestras circunstancias y las costosas consecuencias de nuestros errores pueden revertirse de acuerdo con la voluntad de Dios. 


Esta clase de ofrendas también nos ayuda a alcanzar dimensiones más altas donde descubriremos cosas más grandes acerca de Dios y Su Reino que fueron ocultadas para nosotros antes de dar nuestra ofrenda de sacrificio, así como darnos la autoridad para liberar a muchos cautivos.


Sólo para Dios sea toda la gloria.**


Imágen de Google Images

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