Wednesday, April 14, 2021

Nuevo Odre Para el Agua Convertida en Vino 2


Como se mencionó en la primera parte de esta serie, Dios está cambiando el odre de la Iglesia. Por eso, Él nos está pidiendo que hagamos espacio para Él en nuestro corazón y nos comprometamos a aprender Sus verdades y reunirnos en oración hasta que veamos Su voluntad manifestada en nuestra vida. Sin embargo, esta invitación a posicionarnos para beber este nuevo vino de lo sobrenatural de Dios está condicionada a aquellos que aceptan la invitación y se posicionan para beber.


No todo el mundo quiere dejar sus viejas formas de pensar y de vivir para abrazar lo nuevo que Dios que está haciendo. Algunas personas ni siquiera se dan cuenta de que Dios se está moviendo entre nosotros. Otros prefieren ser espectadores y algunos avanzarán con el Reino hacia lo nuevo. Pero esto no niega el hecho de que Dios está haciendo Su llamado para que todos participen. También vemos esta invitación en el Capítulo 1 del Libro de Ester


Los versículos 2-4 revelan la grandeza del reino de Jerjes, rey de Persia, así como su benevolencia hacia el pueblo bajo su reinado. La Escritura dice: "En esa época, Jerjes gobernaba su imperio desde el trono real, ubicado en la fortaleza de Susa. En el tercer año de su reinado, hizo un banquete para todos sus nobles y funcionarios. Invitó a todos los oficiales del ejército de Persia y Media, y también a los príncipes y nobles de las provincias. La celebración duró ciento ochenta días y fue una gran exhibición de la opulenta riqueza de su imperio y de la pompa y el esplendor de su majestad.” NTV


Podemos ver que esta celebración que fue hecha a favor de los funcionarios, nobles y autoridades del reino de Jerjes a la que todos estaban llamados a reunirse y que duró 180 días! Este pasaje también habla del impresionante esplendor del rey y de la forma en que celebraba con su pueblo. Y aunque no se compare, Dios está tratando de darnos una idea de la inmensidad de la grandeza de Su Reino, de la cual somos herederos y co-herederos con Cristo, y durante Sus temporadas designadas por Él, Él viene a bendecir a Su pueblo de maneras sobrenaturales. 


Los versículos 5-8 resaltan otra festividad que el Rey había ordenado para el pueblo de la ciudadela de Susa de estatura social grande o pequeña. No hubo prejuicios sobre a quién se le permitió estar presente durante esta celebración. Todos fueron invitados. La opulencia del reino de Jerjes volvió a exhibirse. Sin embargo, el rey dio una orden a sus siervos, que sólo podían servir el vino de acuerdo con el deseo de cada invitado. Nadie sería obligado a beber el vino no importa cuánto estuviera disponible para ellos. Dice,


"Cumplidos estos días, el rey ofreció en Susa, la capital del reino, otro banquete de siete días para todo su pueblo. Lo ofreció para todos, desde el mayor hasta el menor, en el patio del huerto del palacio real. El pabellón era de blanco, verde y azul, tendido sobre cuerdas de lino y púrpura en anillos de plata y columnas de mármol; los reclinatorios de oro y de plata, sobre un enlosado de pórfido y de mármol, y de alabastro y de jacinto. Se dio a beber mucho vino real en vasos de oro, diferentes unos de otros, de acuerdo con la generosidad del rey. Y se bebía según esta ley: A nadie se le obligaba a beber; porque el rey así lo había mandado a todos los mayordomos de su casa. Cada quien bebía según su voluntad.” RVC


Afortunadamente, los 120 creyentes que dieron a luz a la Iglesia primitiva atendieron el llamado y se reunieron a clamar por el movimiento de Dios. Entonces vino el Espíritu Santo y las promesas del profeta Joel comenzaron a manifestarse ante sus ojos. El pueblo se maravilló de las señales milagrosas y las maravillas que Dios había enviado desde el cielo en respuesta a sus oraciones. La grandeza de las maravillosas obras de Dios les mostró que todos eran bienvenidos para beber del vino de Su Espíritu y formar parte de Su familia de creyentes. 


Y así, antes de este maravilloso movimiento de Dios, y antes de la ascensión de Jesús, El se reunió y mandó a Sus discípulos que permanecieran en Jerusalén para esperar al Espíritu Santo prometido y no partir antes de Su venida. Probablemente no tenían idea de cómo iba a ser eso. Sin embargo, se posicionaron a la espera de lo prometido y no fueron decepcionados. De hecho, lo que Dios manifestó entre ellos superó sus expectativas. Hechos 1:4-5 dice,


"Mientras estaban juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que les dijo: «Esperen la promesa del Padre, la cual ustedes oyeron de mí. Como saben, Juan bautizó con agua, pero dentro de algunos días ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo.»” RVC


Siguiendo las instrucciones de Jesús, los 120 se unieron para pedir la promesa del Padre de la que les habló hasta que llegó. Y finalmente, se encontraron de repente con un nuevo bautismo de parte de Dios. Su primer bautismo con agua fue un lavado ceremonial en el nombre de Jesús para el perdón de sus pecados, como se menciona en Hechos 2:38 (mencionado en la última enseñanza). Pero este nuevo bautismo fue de un fuego transformador y removedor de limitaciones. Esta vez, mientras ellos continuaban colaborando con el Dios de la gloria, ellos se convirtieron en testigos de Aquel al que nada es imposible. Hechos 2:1-4 dice, 


"Cuando llegó el día de Pentecostés, todos ellos estaban juntos y en el mismo lugar. De repente, un estruendo como de un fuerte viento vino del cielo, y sopló y llenó toda la casa donde se encontraban. Entonces aparecieron unas lenguas como de fuego, que se repartieron y fueron a posarse sobre cada uno de ellos. Todos ellos fueron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu los llevaba a expresarse.”  RVC


Este nuevo bautismo del Espíritu Santo los presentó al mundo que los rodeaba en su nueva identidad como hijos e hijas de un Dios poderoso que los había convertido en nación santa (personas apartadas para el propósito de Dios para sus vidas), posesión exclusiva de Dios como sacerdotes reales— portadores del reino de gloria y representantes del gobierno de Su Reino en la tierra.  Como nuevos agentes de la misericordia de Dios al pueblo, ahora los siervos de Dios se preocupaban por ser conductos de Su bondad dondequiera que fueran como nos dice 1 Pedro 2:9-10


"Pero ustedes no son así porque son un pueblo elegido. Son sacerdotes del Rey, una nación santa, posesión exclusiva de Dios. Por eso pueden mostrar a otros la bondad de Dios, pues él los ha llamado a salir de la oscuridad y entrar en su luz maravillosa. «Antes no tenían identidad como pueblo, ahora son pueblo de Dios. Antes no recibieron misericordia, ahora han recibido la misericordia de Dios».” NTV


De inmediato ellos pusieron a trabajar este nuevo bautismo y nueva identidad. Su asociación con Dios trajo manifestaciones de la autoridad, la justicia, la verdad, el poder y la bondad del Reino con milagros accesibles a las personas que encontraron en su camino. Los Apóstoles compartieron el mensaje del Reino y el pueblo lo recibió en sus corazones. Y así, sólo en un día, 3,000 personas se unieron a ellos y se comprometieron a seguir a Dios por medio de sus enseñanzas. También se reunían para orar, comer juntos y con un sentido de unidad, compartieron sus posesiones con los necesitados. (Véase Hechos 2:41-47). 


Además, Hechos 3:1-11 también comparte las maravillosas obras de Dios a través de Pedro y Juan en la Puerta Hermosa del Templo. Dice: "Cierta tarde, Pedro y Juan fueron al templo para participar en el servicio de oración de las tres de la tarde. Mientras se acercaban al templo, llevaban cargando a un hombre cojo de nacimiento. Todos los días lo ponían junto a la puerta del templo, la que se llama Hermosa, para que pidiera limosna a la gente que entraba. Cuando el hombre vio que Pedro y Juan estaban por entrar, les pidió dinero.” 


"Pedro y Juan lo miraron fijamente, y Pedro le dijo: «¡Míranos!». El hombre lisiado los miró ansiosamente, esperando recibir un poco de dinero, pero Pedro le dijo: «Yo no tengo plata ni oro para ti, pero te daré lo que tengo. En el nombre de Jesucristo de Nazaret, ¡levántate y camina!». Entonces Pedro tomó al hombre lisiado de la mano derecha y lo ayudó a levantarse. Y, mientras lo hacía, al instante los pies y los tobillos del hombre fueron sanados y fortalecidos. ¡Se levantó de un salto, se puso de pie y comenzó a caminar! Luego entró en el templo con ellos caminando, saltando y alabando a Dios.” 


"Toda la gente lo vio caminar y lo oyó adorar a Dios. Cuando se dieron cuenta de que él era el mendigo cojo que muchas veces habían visto junto a la puerta Hermosa, ¡quedaron totalmente sorprendidos! Llenos de asombro, salieron todos corriendo hacia el pórtico de Salomón, donde estaba el hombre sujetando fuertemente a Pedro y a Juan.” NTV


Sólo a Dios sea toda la gloria. *


Imagen de Google Images 


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