Solo a Dios

Mateo 6:13

Y no nos metas (no nos dejes caer) en tentación, sino líbranos del mal (del maligno). Porque Tuyo es el reino y el poder y la gloria para siempre. Amén. NBLH

El padre ha provisto para nosotros un camino de escape a través de su hijo, quien caminó sobre la tierra sabiendo cada prueba y tentación que el hombre encontraría porque Él las encontró. Al venir a Él en íntima comunión, Él puede guiarnos y darnos la fuerza necesaria para salir de cualquier situación tentadora enviada para descarrilarnos, desviarnos o destruirnos de la vida que Dios ha planeado y Jesús murió para darnos.

Hebreos 2:14-18 nos dice,

¹⁴ Debido a que los hijos de Dios son seres humanos —hechos de carne y sangre— el Hijo también se hizo de carne y sangre. Pues sólo como ser humano podía morir y sólo mediante la muerte podía quebrantar el poder del diablo, quien tenía el poder sobre la muerte. ¹⁵ Únicamente de esa manera el Hijo podía libertar a todos los que vivían esclavizados por temor a la muerte.

¹⁶ También sabemos que el Hijo no vino para ayudar a los ángeles, sino que vino para ayudar a los descendientes de Abraham. ¹⁷ Por lo tanto, era necesario que en todo sentido él se hiciera semejante a nosotros, sus hermanos, para que fuera nuestro Sumo Sacerdote fiel y misericordioso, delante de Dios. Entonces podría ofrecer un sacrificio que quitaría los pecados del pueblo. ¹⁸ Debido a que él mismo ha pasado por sufrimientos y pruebas, puede ayudarnos cuando pasamos por pruebas. NTV

A veces estas pruebas y tentaciones vienen en forma de persecución enviados como ataques para bloquear o impedir que tomemos las medidas necesarias para llegar a nuestro destino en Dios. Pero Jesús vino a destruir las obras que del diablo ha ideado contra nosotros (1 John 3:8). Lo hizo en la tierra y aún lo hace a través de nosotros cuando clamamos a Él en oración y súplicas para que se haga justicia a nuestro favor  y contra el enemigo. Esto Dios lo permite y se convierte en una oportunidad para Él demostrar su poder a nuestro favor  y para Él recibir la gloria debida a su nombre, al hacer las riquezas de su reino accesible a nosotros sus hijos.

Isaías 42:8 también  dice,

 Yo soy el Señor, ése es mi nombre,
y no permitiré que den mi gloria a ningún otro
ni que honren a los ídolos en vez de a mí. DHH

Este pasaje también sirve como un medio para iluminarnos sobre las posibles razones por las que podemos pasar persecuciones. Una de ellas podría ser para que nosotros nos demos cuenta de cuando nos hemos negado a morir a los deseos de nuestra carne y hemos planteado ídolos para nosotros. Éstos podrían adoptar la forma de seres humanos en las relaciones que tenemos o queremos tener, la riqueza y cómo la obtenemos, y a veces nuestros cuerpos y cuánto tiempo y esfuerzo ponemos o no en tomar buen y adecuado cuidado de él. También podría ser que estamos adorando imágenes de cosas o personas que no se sacrificaron por nosotros ni murieron en la Cruz como Jesús lo hizo o nos negamos a desprendernos de lo que no glorifica al Señor en nuestras vidas. Hay un gran número de cosas que podemos convertir en ídolos, si no somos cuidadosos. Esto incluye cómo pasamos nuestro tiempo y a qué dedicamos la mayor parte de él sin reconocer al Dios que creó la tierra y todo, el mundo y todos los que viven en él (Salmo 24:1).

Cuando aceptamos seguir y obedecer sus mandamientos y estatutos, Él es fiel para guiarnos (Salmo 37:23) por su espíritu a la manifestación del éxito de sus planes que nos prometió. Y aun cuando el enemigo quiere poner obstáculos en nuestro camino, Dios es capaz de eliminar esos obstáculos y el enemigo de nuestras promesas. Otra razón por la que Dios se mueve a nuestro favor cuando continuamente venimos a Él con clamores de justicia es porque las situaciones son tales que sólo Él puede cambiarlas. La visión no se pierde cuando con obediencia damos nuestro corazón, nuestra alabanza y confianza al Dios de nuestra salvación, porque suyo es el Reino demostrado y el poder para salvarnos y la gloria debida a su nombre para siempre. A Él sólo sea toda la gloria∎.