Santiago 1:5
“Si alguno de
ustedes no tiene sabiduría, pídasela a Dios. Él se la da a todos en abundancia,
sin echarles nada en cara.” TLA
Muchos en el cuerpo de Cristo están despertando a la
realidad de que no han estado caminando en la verdadera sabiduría que viene de
lo alto. En estos tiempos del fin, debemos enfrentar la verdad y reconocer
nuestra deficiencia en esta área y realmente saber su diferencia de la
sabiduría del mundo.
La verdadera sabiduría, como la escritura describe es una
sabiduría que demuestra y da amor a otros. Dios nos las da cuando se la
pedimos. Pero echemos un vistazo a lo que Él decide darnos:
en su amor “agape” (palabra griega que quiere decir “incondicional”) hacia
nosotros, Él reconoce que constantemente nos caemos y somos destituidos de su gloria.
Por eso nos da su gracia para levantarnos y caminar en armonía con Él y los preceptos
de su Reino. Razón por el cual su sabiduría y la forma en que nos la da es
liberal, sin reproches ni críticas, cuando humildemente venimos delante de Él y reconocemos
nuestros defectos y errores.
Esto significa que todo lo que Dios nos da, incluyendo la
sabiduría para aplicarla en nuestro diario vivir, viene de Él porque Él nos ama y de
esa manera elige darnos su amor en abundancia. Por lo tanto, Él espera que
nosotros también demos a otros de ese amor incondicional sin importar quiénes
son y qué nos hicieron así como Dios hace con nosotros. Es decir, Él espera de
nosotros poder perdonar y dar gracia y misericordia liberalmente, sin reproche
y sin encontrar fallas en otros. En otras palabras, cuanto más llegamos a niveles
más altos de madurez espiritual, más se espera que nosotros estimemos a otros más
arriba que a nosotros mismos (Filipenses
2:3). Esto no quiere decir que nos pongamos de piso para que otros nos pisen,
sino que a pesar de lo que otros hacen en contra de nosotros, se requiere de
nosotros que perdonemos y bendigamos y dejemos que Dios sea el que se enfrente
con el corazón de esa persona para llevarlo (a) al arrepentimiento (Lucas
6:37-38).
Además, el hecho es que nuestra manera de ver a otros,
muchas veces es un reflejo de cómo nos vemos a nosotros mismos. Estamos
llamados a amar a Dios con todo nuestro corazón, alma, fuerza y mente y amar a
nuestro prójimo como a nosotros mismos (Lucas 10:27). Pero la forma en que
mostramos nuestro amor a los demás a través de nuestros pensamientos y nuestras
acciones, refleja lo que hay dentro de nosotros porque la forma de pensar y tratar
a los demás, tarde o temprano se nos regresa y es así como recibimos también de
lo que dimos a otros.
La Biblia dice “Traten
a los demás como les gustaría que los demás los trataran a ustedes.” (Lucas
6:31 TLA). Esto es porque lo que sembramos a los demás con nuestros
pensamientos, palabras y obras, volverá a nosotros porque así se cumple la
palabra de Dios que dice que cosechamos lo que sembramos. Gálatas 6:7 dice:
"7 No crean ustedes que pueden engañar a Dios. Cada uno cosechará lo que
haya sembrado.” TLA
Otra forma de traducir el lenguaje del Reino de Dios se
deletrea, H-O-N-O-R.
Entre las definiciones de honor, de acuerdo a
thefreedictionary.com tenemos:
1. Conjunto de los valores morales de una persona que
determinan su forma de actuar.
2. Concepto o consideración social que se tiene de una
persona.
3. Demostración de alabanza o gran cortesía hacia una
persona.
4. Tratamiento que se da o se recibe y que no corresponde
al cargo que uno tiene.
5. Dignidad que ostenta una persona.
6. Virginidad de la mujer.
Mateo 15:4 dice,
"Porque Dios
dijo: “Obedezcan y cuiden a su padre y a su madre; la persona que maltrate a su
padre o a su madre tendrá que morir.”” TLA
Mateo 19:19 dice,
"Honra a tu padre y a tu madre. Amarás a
tu prójimo como a ti mismo." RVC
En el Reino de Dios, el amor se traduce como honor. Como
se ve en estos pasajes, un ejemplo es como se nos manda a honrar a nuestros
padres y la pena por ser deficientes en esta área es una vida corta en la
tierra y llena de obstáculos y tribulaciones. Esto significa que las personas
que no tratan a sus padres con honor no llegan a completar su misión en la
tierra y entonces su llamado es dado a una persona que está dispuesta a caminar
con un corazón conforme al corazón de Dios que honra a otros.
1 Samuel 2:30 deja en claro la diferencia entre cómo se siente
Dios acerca de aquellos que le honran y los que no. Honramos a Dios con un
estilo de vida de adoración a Él en todo lo que hacemos, incluyendo cómo
pensamos y tratamos a los demás. Dice: "Por todo esto, el Señor Dios de Israel te dice: Yo prometí que tu
familia y los descendientes de tu padre estarían siempre a mi servicio; pero
hoy te digo que esto se acabó, porque yo honro a los que me honran, y humillo a
los que me desprecian.” RVC
Por lo tanto, es
crucial que pasemos tiempo buscando la sanación de nuestra alma porque a través
de ella vienen los filtros a través del cual vemos a Dios, a otros y a nosotros
mismos. 3 Juan 2 explica lo que nos pasa cuando nuestra alma prospera. "Amado, deseo que seas prosperado en todo, y
que tengas salud, a la vez que tu alma prospera.” RVC
Cuando quitamos
los filtros de heridas, pecados y traumas de nuestra alma, podemos entonces ver
a otros más claramente a través de los ojos de la fe que funciona a través del
amor. Gálatas 5:6 dice que este tipo de fe es lo único que cuenta. Eso es
porque hemos aprendido a ver a los demás exactamente como Dios los ve y también
tenemos la perspectiva profética para pensar, actuar y ver lo mejor para esas
personas porque Cristo murió por ellos también y como Él, podemos ver el
fin desde el principio en sus vidas. Es decir, podemos ver el potencial de lo
que esa persona puede alcanzar si le damos la oportunidad de ser restaurado (a)
a través del amor de Dios que Él le da por medio de nosotros. Solo a Dios sea
toda la gloria. © 2017
Imágenes de
Google images